Escuchar es un acto necesario para la comunicación. Esto parece no tener discusión. Escuchar desde un lugar permeable, con la menor cantidad posible de preconceptos, donde no se dé por obvio lo aparentemente obvio. Un acuerdo sin fisuras en lo teórico, un enorme desafío en la práctica.
Durante el ejercicio de la puericultura, escuchar es central. Dar espacio para que se vuelquen temas supuestamente tontos o considerados culturalmente superados permite que un padre y una madre pongan en juego dudas e inseguridades, inquietudes que pueden nombrarse y considerarse sin juicios de valor mediante. Esa escucha se traduce en confianza, algo esencial para que la comunicación gane terreno. Algo se destraba, algo da pie a la empatía necesaria, una puerta se abre.
La familia se agranda
Un tema que habitualmente genera muchas dudas es cómo encarar la situación frente al nacimiento de un/a hermano/a. Es afortunadamente frecuente que cuando se logra una buena comunicación entre los padres y una puericultora, este tema surja y se le dé relevancia ya que ocupa un lugar importante en el cambio tan fuerte que representa la ampliación de la familia. Por supuesto, no hay recetas ni una sola manera de transitar tal situación; aunque sí podemos considerar acá generalidades que me parecen valiosas a la luz de la experiencia.
Hay muchas variables en juego, por supuesto. Una importante es la diferencia de edad entre el primer hijo/a y el nuevo/a bebé. ¿Cómo hacer para contener los celos del mayor y que no se sienta desplazadx? ¿Cómo hacer para que sufra lo menos posible? ¿Cómo hacer para ser equitativos?
Lo cierto es que un nuevo integrante en el núcleo familiar cambia el juego, hace mover de lugar a las piezas en el tablero. A todas las piezas. Y cada una deberá encontrar un nuevo lugar. Encontrar un nuevo lugar lleva tiempo. Vemos que el tiempo es un factor fundamental del que dependen muchos aspectos de la crianza. Tiempo de conocimiento, tiempo de adaptación, tiempo para experimentar la prueba y el error. Los vínculos necesitan del tiempo.
En este transitar los adultos cuentan con otras herramientas que lxs niñxs, por lo que hay que considerar y, por consiguiente, ayudar a que encuentren también su lugar en la nueva situación. Ellxs van a precisar otro tiempo. Por eso es muy recomendable detenerse en este tema y desplegarlo conscientemente sobre la mesa para expresar sin pudor las dudas al respecto y comprender que lxs hijxs van a necesitar la mayor claridad posible desde las palabras y los actos de sus padres. Nombro al pudor ya que muchas de las inquietudes que pueden surgir tienen que ver con quiénes hemos sido en la infancia, quién hemos sido como hijxs.
Tal vez sirva aquí nombrar ciertas cosas que, durante mis años junto a madres y padres, han ayudado a esclarecer y a aliviar.
Es sobre todo para las madres un gran interrogante el hecho de cómo repartirse entre sus hijos de manera ”justa”. Cómo compensar la demanda desde una atención “equilibrada”. Una imagen apropiada para graficar lo expuesto podría ser perfectamente la del equilibrista que sostiene platillos que giran sobre varillas, y que no puede distraerse ya que un solo segundo de desatención implicaría la rotura irreparable. Una sensación equiparable. Puede causar gracia o puede también considerarse una burda exageración, sin embargo sorprendería a más de uno enterarse cuán cercano a esta imagen es el sentir de muchas madres puérperas (y no tan puérperas). Hay también padres que viven esta realidad en el día a día, aunque suelen ser minoría.
Cada grupo familiar tiene una historia, una herencia, un bagaje de herramientas, una cultura, una determinada situación socioeconómica, mandatos, etc. Y todas estas variables van a intervenir mientras las mencionadas piezas se estén moviendo en el tablero. Cuanto más se tenga consciencia de tales variables, mayor grado de claridad y de protagonismo habrá para decidir rumbos.
Si bien creo saludable recordar que estas situaciones no son completamente controlables, siempre servirá anticiparse. Mientras se espera la llegada del nuevx integrante suele ayudar mostrar al niñx las fotos de cuando estuvo en la panza, en los brazos siendo muy chiquitx, en el pecho o recibiendo un biberón, etc. Y no una vez sino varias, ya que la repetición juega una función muy importante. Esto no significa que, una vez nacidx su hermanitx, esté todo aceptado y resuelto. No. Significa que se habrá colaborado para que esx niñx afiance el lugar de importancia que tiene en la familia. A través de esas fotos, acompañadas del relato de sus padres y del núcleo familiar más cercano, no solo reiterará cómo fue esperado y recibido sino que a la vez se estará anticipando de la mano de su propia historia, a lo que pronto presenciará con el nuevo bb como protagonista.
Y es esperable que llegado el momento, el hermanx mayor reaccione de maneras diversas y contradictorias, claro. Ante esto, concretamente qué hacer? Cómo equidistar? Cómo saber si se está actuando bien? O tal vez, cómo decir que NO sin sentirse culpable?
Situaciones nuevas y preguntas nuevas con hijx nuevx. Somos primerizxs con cada hijx que tenemos.
Por ejemplo, cómo amamantar con alguien arriba de la cabeza? Cómo puede ser que justo se caiga y se golpee cuando se está en medio de una situación impostergable con el nuevx bb? Y cómo hacer para que el nuevo bb tenga la atención que merece como la tuvo el mayor en su momento desde nuestra absoluta disponibilidad, sin horarios ni restricciones?
Los padres en general, pero sobre todo las madres, suelen expresar que durante esas instancias sienten que se mueven en medio de un “gran más o menos”, que no están del todo en ningún lugar, con ningunx de sus hijxs. Se ven a sí mismxs repartidxs y a la vez demandadxs sintiendo que las respuestas a tales demandas no han sido suficientes. Y esto genera angustia e inseguridad.
Ante este cuadro de situación, tal vez sirva ese tan temido “NO”: ahora no porque estoy alimentando a tu hermanitx. Ahora no, pero luego Sí. Esto permirá que a continuación el niñx pueda estar con su mamá o su papá en situación de exclusividad y no a medias. Experimentar esto con reiteración hará a esx niñx ganar confianza y cierta seguridad. No solo se verá beneficiadx por recibir (finalmente!) la atención plena de sus padres, sino que de este modo, indirectamente percibirá cómo ha sido cuidadx cuando también era bb. En la decisión firme tomada antes por su mamá con ese “NO” mientras se ocupaba de lo que no admite demora para con un recién nacido, el niñx se ve reflejadx. Se ve reflejadx en cómo fue cuidadx. Por otro lado, ese “NO” dará lugar seguramente a un “SÍ”, un “SÍ” pleno y no a medias en donde el adulto podrá compartir un momento de exclusividad y calidad de atención con su hijx mayor.
El padre (o quien ejerza ese rol) tiene en estas circunstancias una función relevante. La calidad de su presencia será fundamental y de ella dependerá en gran medida cómo el hijx mayor atravesará este camino y cómo procesará este presente en pos de una relación futura.
Este ejemplo suele servir para otras vivencias de la vida cotidiana, de la crianza y de las diferentes etapas que atraviesan las familias, en donde se van construyendo espacios, en donde cada uno se va reacomodando de manera dinámica a través del tiempo para ir encontrando ese nuevo lugar que, por otra parte, nunca es definitivo.
Por Marcela Gros