
Procrastinar no es hacer todo a último momento, sino retrasar o posponer el inicio de una actividad o tarea con frecuencia. Sin embargo, no se trata siempre y necesariamente de una mala gestión del tiempo.
En general, postergamos obligaciones o actividades que nos generan sentimientos y emociones como ansiedad, angustia, frustración o inseguridad.
Al procrastinar buscamos algo que nos dé una satisfacción inmediata, por lo que posponemos la tarea y buscamos hacer otras actividades que reparen nuestro estado de ánimo.
Cuando recordamos todas las tareas que tenemos pendientes aumenta el malestar, la inseguridad y la frustración.
La procrastinación termina por generar mayor ansiedad y/o angustia, estrés, menor rendimiento y deterioro de la salud mental y física.